De conceptualismo a iconografía pop

miércoles, 30 de junio de 2010
Remontémonos hacia las diferentes etapas históricas: los griegos veneraban a sus múltiples dioses, los romanos enardecidos por la idea de la guerra, alababan a la figura del héroe de batalla. En el medievo, el boom por lo divino, en la edad moderna lo atractivo era el cambio de paradigmas que la matemática ofrecía y finalmente llegamos a una etapa donde se consolida el poder de una imagen y aunque las razones para venerarlas en el fondo son las mismas, hoy en día han cambiado la envoltura y presentación. Sin duda vivimos en una sociedad icónica, se olvidó el valor de la esencia para darle preponderancia a la imagen, mientras más plástica, pop y digerible sea, mayor y rápida será la aceptación.

Podríamos pensar que con el progreso en todos los ámbitos de conocimiento, habríase de tener más argumentos para poder desechar o tener agrado hacia algo o alguien, pero tal parece que esta apertura sólo ha servido para crear día con día a figurillas desechables y un fanatismo cuasi obsesivo. Tal vez se podría pensar que se está retomando el manierismo, pero sólo se queda la artificiosidad y la ociosidad humana.

Si bien desde el inicio de los tiempos ha habido apasionamiento y exaltación de efigies, en la mayoría de las ocasiones con una connotación religiosa, ahora en nuestra sociedad posmo, se ha desvirtuado esa pasión y el nacimiento de “estrellitas o movimientos efímeros” es inversamente proporcional a la elección por calidad y el por qué de su existencia y la balanza se inclina al cómo se ve.

¿MANIPULACIÓN MASIVA? EL PAN DE CADA DÍA

Las razones por las que un contemporáneo prefiriese seguir ciertos patrones de conducta que derivan en una estética y gustos similares podrían converger en el punto de medios de comunicación audiovisual. Esto es, el manejo de la imagen como nueva forma de consumir la información.

¿Vivimos en una sociedad icónica debido a la mediatización? Partiendo desde el punto de vista donde los medios masivos de comunicación están dando pautas para que la decisión de consumo no sea libre, se ha vuelto una coacción pasiva.

Entramos a una etapa de confusión entre el arquetipo y el estereotipo, lo que podemos o queremos tener, la idealización y sobrevaluación que le damos a lo que se nos presenta de manera tan saturada, tan violenta.Revistas, televisión, radio, Internet y espectaculares son algunos de los medios de comunicación por medio de los cuales nuestra capacidad de selección y raciocinio se ve limitada, porque el mundo que proyectan se ve reducido a personas estéticamente agradables, situaciones que la persona promedio querría vivir y ambientado en una eterna felicidad y satisfacción que, siendo honestos, ¿quién no envidiaría?

El Licenciado Jorge Rábago hace hincapié en esto, al comentar en una ponencia sobre Comunicación: “quien controla la imagen, controla el mensaje”, nos hace pensar, ¿para quién resulta tan efectivo la imagen y el mensaje?

Por otra parte, está la persona que firme en sus convicciones y plenamente consciente de sus gustos y aficiones, se deja llevar por la “moda” porque ella así lo desea.


LA FÉ, ¿UN PRODUCTO PASADO DE MODA?

Si bien ya no causa el mismo furor de atrás tiempo, sigue siendo un tópico que continua moviendo masas, claro, la mayoría bajo la premisa de creencias ‘de chocolate’, esto por la mojigatería, cada vez más recalcitrante. Figuras como la de “La Morenita” a.k.a. La Virgen de Guadalupe, Jesucristo Crucificado y los miles de Santos que nos presentan de manera nada insufrible, aunado a los testimonios /actuación tan poco retóricos. Programas o infomerciales del estilo Iglesia Universal del Reino de Dios mejor conocida como “Pare de sufrir”, que literalmente vende milagros, en donde entra la incógnita sobre si el creyente en verdad para de sufrir, pero lo que es un hecho es que jamás para de pagar. Estos programas religiosos no solamente se desapegan exponencialmente de la ortodoxia católica, sino es esa la fórmula por la que noche tras noche tanta gente que no sólo los observa sino hasta llega a interactuar, asiste a esas iglesias, adquiere sus productos o simplemente empieza a comulgar con la ideología que se le presenta -cual competencia entre marcas de cereal-. Ni qué decir de las personas que temprano los domingos, pasan tocando la puerta de nuestros hogares a compartirnos la palabra de Dios.

Algunos devotos opinan que la fe que ellos profesan, va más allá de un simple ícono, como la señora Romina Castro, católica por herencia y creyente por decisión de toda la vida. Lunes y martes va a pláticas de la Biblia y asiste a la iglesia sólo cuando ella así lo desea. Muestra su enfado con las generaciones actuales por su apatía hacia lo espiritual: “los muchachos ya no creen en nada, y es que no basta con que sus papás les quieran inculcar la religión, de ellos debe nacer creer en algo o alguien, pero sólo lo hacen cuando les conviene y dicen ‘ay Diosito ayúdame y te prometo ir diario a la iglesia’. ¿Qué clase de fe es esa?, la religión no debe ser arrepentimiento ni culpa, ni deben tocar fondo para empezar a creer.”

En muchos casos así es, no conocemos el trasfondo del objeto de nuestras creencias y si a esto le agregamos la publicidad mediática, obtendremos a personas ciegamente seguidoras, una falsa fe.



SOY TAN RE-BEL-D
Me refiero al estereotipo forjado de unos años para acá, de la figura que debe tener la fémina adolescent e –y no tanto-, con una imagen francamente vulgar, digna de soft hentai, que ha invadido la mente y el clóset de las chicas que oscilan aproximadamente entre los 10 a 25 años.

Y ampliando un poco esto, podemos hablar de efímeras modas, algunas de las cuales se consideran subculturas y contraculturas, léase emos, reggeatoneros, rockers, bohemios, intelectualoides, darks, punks, anoréxicos, bulímicos, cutters, hipsters, goths, etc. Todas estas corrientes, pudiendo existir por sí mismas, las han ido postulando como modelo a seguir bajo los lineamientos que el presentador desee y no al libre albedrío con que el consumidor pudiese decidir qué vestir, oír, pensar.


EL HÉROE QUE EL MUNDO NECESITABA
Viviendo en un mundo falto de esperanza, donde la decadencia es el pan de cada día, es concebible pensar que el ser humano al verse rodeado de modelos de perfección en un mundo imperfecto se sienta parte de esa posibilidad, se crea esa realidad alterna donde todo es posible si se compra el pañuelo bendito de Tierra Santa a ritmo de música que denigra a la figura femenina e incrementa el ‘poderío masculino’ y vistiéndose con maxicinturones con una corbata roja, posando toda la expectativa en una falsa postura izquierda que haría pensar, es la solución a todos nuestros males.

No somos víctimas ni victimarios, simplemente somos una sociedad a la que le es más cómodo consumir productos irreales y volcar todas las desgracias o bienaventuranzas en un ícono de plástico o de tela, que nos mantengan en un protegido y cómodo sopor utópico y no en una realidad muchas veces gris e inherentemente existencialista, confrontando la vida diaria, porque al final, nosotros somos dueños de nuestro destino, tangible y no de ensueño. Humanos, demasiado humanos.


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